viernes, 2 de octubre de 2015

LA CIENCIA DEL BESAR

No todas las personas expresan su amor a través de los besos. Algunas, por ejemplo, lo hacen tocando sus narices como algunas etnias indígenas de Nueva Zelanda y Canadá; otras, cuando tocan sus brazos o piernas; y en lugares como en las Islas Trobriand, los amantes se muerden las pestañas en situaciones íntimas.

Lo importante según Kirshenbaum, es tener en cuenta la manera cómo se define un beso. Darwin asumió que se debía tratar de un deseo de recibir placer a partir del contacto con una persona amada. "Concluyó que el instinto humano de besar es innato y, agrupando la definición del beso que incluye comportamientos relacionados, puede considerarse completamente universal", añade la autora.

Sin embargo, algunos antropólogos discrepan con la posición de Darwin pues aseguran que un beso es simplemente un fenómeno cultural que se aprende dentro de las comunidades o a partir de algo que aparece en los medios y una persona lo copia. No obstante, después de una exhaustiva exploración de la literatura e investigaciones científicas, estoy convencida de que el beso es un comportamiento humano completamente natural.   

¿Donde nació el beso?

Aunque no es fácil llegar a su origen, la primera referencia literaria que Kirshenbaum encontró es de un manuscrito de la India de hace 3.500 años en el que, aunque no exista la palabra exacta para referirse a un beso, hay dos referencias claves: dos amantes que unen sus bocas, y la de un hombre que bebe de los labios de una esclava.

Con el paso de los milenios, esta práctica tuvo su apogeo en muchas partes del mundo, pero también desapareció en algunos lugares por doctrinas religiosas y, en ocasiones, para evitar enfermedades, explica Kirshenbaum. Pero el beso romántico, como es utilizado hoy en día en muchas culturas, no era muy placentero cuando la higiene bucal era algo de que preocuparse. Ahora, se ha convertido en una manera de expresar un sentimiento universal. 

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